Por el béisbol cubano han pasado grandes directores a lo largo de toda la historia. El más prolífico de cara a la victoria tiene un nombre: Jorge Fuentes Fleitas. El destacado seleccionador tiene el mérito de ser el manager más ganador de la pelota cubana con 974 éxitos.
En el país ganó cinco series nacionales: (1981-1982), (1984-1985), (1986-1987), (1987-1988) y (1996-1997) y cuatro selectivas: 1982, 1984, 1988 y 1991. En la arena internacional obtuvo dos coronas olímpicas: Barcelona 1992 y Atlanta 1996. Ganó dos campeonatos mundiales: Italia 1988 y Nicaragua 1994; además de conquistar tres títulos en copas intercontinentales: La Habana 1987, Puerto Rico 1989 e Italia 1993. En juegos centroamericanos se coronó en tres ocasiones y a nivel panamericano tocó la gloria en La Habana 1991.
Hace algún tiempo está desvinculado del béisbol por motivos personales, pero sin lugar a dudas esta enciclopedia viviente puede aportar mucho al desarrollo de la pelota en nuestro país, que hace varios años está en decadencia.
Hace algunos años, antes de partir definitivamente a los Estados Unidos para vivir con sus allegados, tuve la oportunidad de conversar con él en lo que probablemente haya sido su última entrevista antes de partir.
¿A qué se dedica ahora?
“Ahora estoy haciendo lo que me piden los años, calor humano, estar con mi familia. A ellos les debo mucho. En el béisbol nos movíamos considerablemente. Desde la década del ‘70 fueron miles de kilómetros de viaje en el país. Después, para el año ‘87, me designaron mentor del equipo Cuba y era entonces: serie nacional, serie selectiva y la preparación del equipo nacional. Prácticamente no tenía tiempo para mi familia e hijos.
“Lo que trato ahora es estar el mayor tiempo posible con ellos y saldar esa deuda que tengo”.
¿Qué cree de la situación actual de la pelota cubana?
“Creo que hay que hacer muchas cosas en el béisbol. Muchas personas pueden aportar sus experiencias; dar criterios; unificar el trabajo desde el punto de vista técnico; ver estructuras, estímulos; potenciar la base.
“Yo pienso que estamos en un campo minado, donde tenemos que hacer un gran esfuerzo todos los que amamos el béisbol para que no siga cayendo, porque es nuestro deporte nacional. Lo fundamental es revisar las situaciones que nos están golpeando y buscar la mejor solución para el futuro”.
¿Qué características debe tener un mánager para dirigir en Cuba?
“Primero que todo hay que tener un mínimo de conocimiento de béisbol. Dirigir no es mandar por mandar, dirigir obedece a diversas cuestiones. Tienes que relacionarte bien con los atletas, conocer de todos sus problemas, no solamente dentro del terreno, sino fuera también. Respetar a los árbitros, tener buena comunicación con la prensa y el público.
“El carácter es fundamental, ya que hay veces en las que tienes que ser un poco fuerte para tomar ciertas decisiones. Eso no quita que te rías, hagas cuentos y compartas, pues esas actitudes le dan mucha confianza al grupo. Hay que creer en los jóvenes, darles mucho apoyo, porque les faltan partidos, experiencia competitiva y en momentos determinados hay que recurrir a ellos, no debemos presionarlos.
Siempre he dicho que un buen director necesita trabajar mucho con las estadísticas, los números son los números y la computadora no gana los partidos pero sí te ayuda mucho”.
Momentos más felices de su carrera deportiva“Tuve muchos. Cuando debuté con Vegueros a los 30 años gané la serie nacional, ese año también triunfé en la selectiva. Después vinieron otros campeonatos más y la historia que ustedes conocen del récord de victorias.
“Hubo un mundial que me marcó mucho, fue el de 1988 en Parma, un evento muy estresante. Siempre digo que un palo no hace monte, teníamos un gran equipo con Casanova, Linares, Pacheco, Kindelán, Lourdes Gurriel, entre otros y logramos ganar un partido muy importante en la final.
“Después vino la primera olimpiada, Barcelona 1992, cuando el béisbol comenzaba como deporte olímpico y alcanzamos el oro. Más tarde los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, en los que volvimos a quedar en primer lugar. En realidad fueron muchas las alegrías. También la conquista de dos campeonatos mundiales en Italia 1988 y Nicaragua 1994; además de conquistar tres títulos en Copas Intercontinentales en La Habana 1987, Puerto Rico 1989 e Italia 1993”.
El más triste…
“Las derrotas siempre son muy duras. En la Copa Intercontinental de 1997, en Barcelona, perdí un juego y después de eso no dirigí más, me alejé de las series nacionales.
“Con el equipo Cuba habíamos obtenido una cadena grande de éxitos a nivel internacional y ese año perdimos la final contra Japón y me costó la dirección. Son cosas que eran de la época, ahora mucha gente pierde y los mantienen en el puesto”.
Un mensaje a todos los pinareños y cubanos que lo admiramos.
“Aquí estoy, tratando de aportar y ayudar a todos como lo he hecho hasta ahora. Aunque esté lejos, mi país está aquí, dentro de mi corazón”.