José Ariel Contreras es una leyenda del pitcheo pinareño y cubano. A lo largo de su carrera cosechó muchos éxitos, tanto dentro como fuera de Cuba.
Una de sus principales armas sobre el box era un tenedor endemoniado que sacaba de circulación hasta el bateador más temible.
Pero casi nadie conoce la historia que hay detrás de ese famoso lanzamiento, pocos saben que surgió de un consejo que le dio Maximiliano Gutiérrez a Contreras en un entrenamiento.
Aquí la historia contada por Maximiliano Gutiérrez
“Yo me había retirado y estaba en las gradas del Capitán San Luis con Israel, jefe de actividades deportivas en aquel entonces, y vi a Contreras en el calentamiento como si quisiera tirar un tenedor, le comenté a Israel que no era eso lo que estaba haciendo.
“Israel al darse cuenta me convenció que bajara y le explicara a José Ariel.
“Entonces fui, le pedí permiso a Román Suárez que era el entrenador de pitcheo, y le pregunté a Contreras ‘¿qué es lo que tú estás tirando?’ Y me dice que era un tenedor.
“Ahí le expliqué que para tirar ese lanzamiento tenía que coger la pelota como si fuese a partir una naranja al medio y golpear la muñeca fuerte hacia abajo para buscar el ángulo deseado. Al escuchar todo atentamente se puso a practicarlo.
“Hizo el primer lanzamiento, se viró de pronto para donde yo estaba y exclamó: ‘!Wow!, qué cosa es esto’.
“Al paso del tiempo me comentó que el primer tenedor que utilizó fue contra Lourdes Gurriel. Ese día Lourdes se fue de boca, como se dice, buscando la pelota, se viró y le preguntó al árbitro qué estaba tirando Contreras”.
Todo no queda ahí, después de que José Ariel Contreras triunfara en el mejor béisbol del mundo, vino a Pinar del Río y el destino hizo su parte para que ambos, Maximiliano y Contreras, se volvieran a encontrar.
“Una vez él estaba en el Hotel Pinar del Río, imagínate, reunido con muchas personas. En realidad me daba pena interrumpirlo y en cuanto me vio salió a buscarme.
“Me llevó para donde estaban todos y dijo: ‘Este que está aquí fue el que me dio de comer a mí y a 500 negros en Las Martinas (tono jocoso), digo esto porque Maximiliano fue el que me enseñó a tirar el tenedor y por eso he vivido todo este tiempo”.
Al final pudiera parecer una simple anécdota, pero para Maximiliano significó más que eso.
Dentro de su amplia hoja de ruta en el béisbol está el apunte de que con sus modestos consejos ayudó a mejorar al que después sería uno de los lanzadores más grandes que ha dado Cuba.
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