Rogelio García es catalogado por muchos como el mejor lanzador que ha dado la pelota cubana. Sus números, récords y actuaciones así lo avalan.
Conocido por su velocidad endemoniada y ese tenedor que lo hizo tan famoso, Rogelio formó parte de la generación dorada de la pelota pinareña.
Sin embargo, el Ciclón de Ovas dejó los terrenos más rápido de lo esperado, cuando aún le quedaban años para dar.
“Me fui temprano, a los 30 años. Después de la lesión tuve la osadía de conversar con el doctor Álvarez Cambras y me propuso que me hiciera la ‘Tommy John’, creo que en aquella etapa yo iba a ser el primero en Cuba”, explicó.
“Él me dijo ‘tú con esto resuelves’ y entonces saqué mis conclusiones:
“Si vengo medio remendado, después los bateadores a los que lograba ponchar o pasar sin problemas me iban a caer a palo, y los números iban a descender considerablemente.
“Iba a ser la segunda recuperación en mi carrera y decidí irme. Recuerdo que Cortina tuvo unas palabras conmigo porque quería que continuara”.
Rogelio García ha sido el patrón para muchos lanzadores que han jugado en Cuba, pero pocos conocen que su modelo a seguir era el del santiaguero Braudilio Vinnent.
“Seguía mucho a Vinnent, era un lanzador agresivo. Ballillo agarraba un equipo de poca ofensiva e iba a matarlos y esa parte a mí me gustaba”, afirmó
“Me fui por ese patrón, si jugaba contra Las Tunas, por ejemplo, salía a dar los 27 ponchados.
“Vinnent arrancaba al cien y siempre me decía que daba todo hasta donde llegara.
“En mi caso sucedía igual, empezaba en cien hasta llegar a cero.
“Una dificultad que yo tenía era que si pasaba el segundo inning, recoge a cualquiera que casi nunca perdía y ahí están los números para corroborarlo”.
Durante su carrera lanzó dos cero hits en menos de 15 días, ponchó a 24 contrarios en un juego de 16 entradas y ostenta el récord de estrucados para nuestras series nacionales con 2 509.
“Siempre salía a ponchar, eso me gustaba. Para mí el ponche era un regalo del juego. Me preparaba mentalmente para dar la mayor cantidad posible.
“Existían árbitros en aquella etapa que le ponían sabor al tercer strike y eso me emocionaba”, sentenció.