Yoelvis Fiss ha sido uno de los bateadores más temibles que ha pasado por el béisbol cubano. El avileño, sin mucho poder mediático, tiene números impresionantes y en los play off se convertía en un verdadero dolor de cabeza para sus rivales.
En la historia reciente de la pelota en la Isla, Yoelvis Fiss guarda muchos capítulos de agrado, y es que fue uno de los artífices de Ciego de Ávila en la consecución de varios títulos nacionales.
Todo no fue color de rosa para Fiss, pues le costó trabajo afianzarse en el béisbol cubano durante sus primeras series.
“Había estado más de tres años sin jugar pelota, pues cuando terminé el 12 grado en la ESPA, me fui a cumplir a La Habana el Servicio Militar Obligatorio. De hecho, luego de eso, no pensaba regresar más al béisbol. Ya estaba en mis planes quedarme en la capital en la carrera militar. Fue el difunto Ulises Jardines quien me animó a seguir en la pelota”, comentó en entrevista con Mario Martín Martín para el periódico Invasor.
“No olvidaré todo lo que él hizo por mí, sobre todo en darme confianza, aun con todos aquellos ponches y los errores que cometí cuando me pusieron a jugar tercera base. Lo cierto es que me resultó bien difícil volver a sincronizar mis movimientos en el swing, y ya ante un pitcheo de mayor nivel que en los juveniles.
“Dicen que lo que bien se aprende no se olvida, pero batear una pelotica que “viene a mil” hacia ti nunca será fácil. Es necesario hacer muchas repeticiones en las prácticas y yo había dejado de hacerlas durante más de 30 meses.
“ Lo extraño fue que no me ponchara más veces en aquel regreso. Pero debo reconocer que, a lo largo de todos estos años, tengo que agradecerle a la mayoría de los entrenadores de aquí. Recuerdo, por ejemplo, que Pedro Gayón fue uno de los primeros en “darme una mano”.
A pesar de sus excelentes números y actuaciones destacadas año tras año, el equipo Cuba se le hizo esquivo en muchas ocasiones, al punto de que un error en los jardines durante un tope de preparación previo a las Olimpiadas de Atenas 2004 lo persiguió toda la vida.
“Lo primero que debo aclarar es que no fue un fly de esos que luego se dice que “le cayó en la cabeza”. Fue un batazo que no te niego que pude haber capturado, pues fue entre el jardín central y el izquierdo y le llegué con la punta del guante, pero no la retuve.
“Ser olímpico es algo que todo atleta sueña. Me dolió en el alma. Súmale también que ese lance me marcó para siempre con los entrenadores.
“A partir de ahí se olvidaron completamente de mí, a pesar de que mis resultados fueron superiores en los próximos siete u ocho años. En ese mismo 2004, hubo un premundial en Colombia y no me llamaron.
“ El entrenador Miguel Albán reclamó mi inclusión en el equipo que iría a ese torneo y logré hacer el equipo. Quedé en el Todos Estrellas como jardinero derecho. Pero nunca más fui convocado al Cuba”.
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