Roberto Carlos Ramírez fue uno de los que pasó por el béisbol con más tropiezos que glorias.
A pesar de su excelente rendimiento sobre el terreno, siempre le costaba ganarse la gracia de los entrenadores, ya sea en los Industriales o en el equipo Cuba.
Sin embargo, Ramírez dejó marcas en la capital que todavía siguen vigentes.
Durante seis temporadas (Metropolitanos e Industriales) compiló un average de 305 (1126-343), pegó 55 dobles, seis triples, 12 cuadrangulares, impulsó 132 carreras y anotó 164.
Inicios de Roberto Carlos Ramírez
«Comencé a practicar el béisbol en un terreno del barrio que le llamaban la Brigada Especial con el entrenador Rafael Ibáñez, quien jugó en las ligas negras. Él vio que tenía cualidades y me acogió como si fuera un hijo.
«Con ocho años jugaba con muchachos de 11 y 12 años porque no existía la categoría 9-10, eso me ayudó mucho, ya que siempre tenía que superarme.
«De forma general las inferiores no fue una etapa muy satisfactoria a la hora de hacer equipos. Nunca me llevaron a la EIDE, ESPA y nunca hice un Ciudad Habana en ninguna categoría.
«Gracias a mi padre no dejé la pelota, él insistió para que siguiera porque tenía calidad».
¿Porqué demoraste en establecerte?
«Siempre me pregunté lo mismo. No entiendo cómo tres directores, que fueron estelares en las posiciones de segunda y el campo corto, no vieron mi calidad, ellos fueron Juan Padilla, Germán Mesa y Rey Vicente Anglada.
«No me lo explico, no sé que fue lo que pasó, si no les caí bien como pelotero o persona. El talento lo tenía, en las ligas de desarrollo siempre demostraba que estaba muy bien.
«En las provinciales, casi siempre al bate y al guante, estaba dentro de los tres primeros.
«En Industriales siempre surgieron trabas, nunca me dieron la oportunidad de jugar y no me arroparon como a otros atletas en otras provincias.
«Cuando tuve el chance de jugar con Milián y con Suárez demostré que tenía calidad para ser el titular en los Industriales sin discusión, porque fui a dos equipos Cuba y a un juego de las Estrellas estando en Metropolitanos.
«En ese momento ninguno de los que estaba en Industriales hizo lo que hice yo. Di 126 hits en un año y 129 en el otro, ningún torpedero en la historia de la capital logró eso.
«Sin embargo, seguían surgiendo trabas para ser el titular en los azules.
«Se me puso a jugar con Germán obligado porque él no quería que estuviera ahí. Yo no quería jugar con él, pero me quise dar una oportunidad con Industriales».

Momentos felices y amargos de Roberto Carlos Ramírez
«El momento más feliz fue cuando entró Germán a Industriales y me pasan para los Metros, ya habíamos hablado par de veces y estábamos teniendo desconexiones.
«Ese año ya estaba en la nómina de Industriales y casi en los últimos días de la preparación me cambiaron para Metros.
«Eso me puso muy contento porque iba a tener la oportunidad de jugar. Da la casualidad que ese mismo año rompí el récord de hits para un torpedero, acto seguido voy a Rotterdam en Holanda y a una preselección del Cuba.
«Entre los más tristes está que el primer año con Anglada tuve solo 12 veces al bate siendo novato.
«El equipo clasificó con 15 juegos de antelación y no me dieron ni uno, me mandaron para la reserva.
«El año del 24 a cero contra Pinar, de nuevo con Anglada, estuve a punto de irme completo de la pelota porque me estaban tratando muy mal como pelotero y como persona. Regresé, ya que algunos amigos insistieron en que me quedara.
«Con Germán fue difícil, jugué en contra de la voluntad del mánager, siempre estábamos discutiendo y con encontronazos.
«Luego vino la lesión y para mí no fue malo. Esa lesión me salvó de estar con Germán otro año, pues habían sido campeones sin mí.
«Él se iba a creer que como ganó iba a estar por encima y me iba a tratar como basura.
«Gracias a la lesión fui para los Metros y Luis Suárez me ayudó mucho, me arropó. Dejó que hiciera la preparación como dios manda.
«Otro mal momento fue con el equipo Cuba con Víctor Mesa. Nunca entendí su actuar conmigo. Pienso que era porque cada vez que jugaba contra Matanzas los mataba al bate y al campo.
«Un día me metí en un meeting que daban los entrenadores entre ellos para plantear la situación de que no jugaba y ahí Víctor no reaccionó de la mejor forma. Después de eso recogí mis cosas y me fui».
Ídolos
«Mis ídolos eran Germán Mesa y Omar Linares. Es increíble de que a ambos los tuve en Industriales y a ninguno les caía bien, son las cosas de la vida».
¿Qué sucedió que no avanzaste más en el béisbol extranjero?
«Me fui de Cuba con 28 años y tampoco me fui con un nombre buscado como el de Yulieski, Abreu, Rusney Castillo, Céspedes, etc.
«No tenía nada cuadrado con nadie como otros y para colmo fui directo a los Estados Unidos que eso dificulta todo.
«Cuando logré ir a Dominicana estuve ocho meses sin entrenar y no se dio la oportunidad.
«Casi firmo con los Mets, pero el agente mío (me enteré después) estaba pidiendo más de lo que los Mets estaban ofreciendo y eso me afectó.
«Luego pasé por ligas independientes, jugué en Nicaragua, inclusive con el propio Germán Mesa, pero todo eso sin entrenar.
«Al ver que se cerraron todas las puertas para firmar decidí dejar la pelota».